Pasear por los caminos cerca del Mediterráneo es una experiencia que estimula intensamente todos los sentidos, ofreciendo una profunda sensación de paz y bienestar, con una luz brillante y cálida, especialmente al amanecer y al atardecer, que baña el entorno y crea atmósferas mágicas.
Las orillas de los caminos y cunetas se llenan de gramíneas y otras herbáceas que suelen pasar desapercibidas pero en ocasiones surgen plantas que parecen incitarnos y activar nuestra atención.
La ´misopates orontium` es una de las más vistosas de estos lugares cercanos a caminos o arcenes, con sus dragoncillos o pequeñas corolas de color rosado adornadas por unas venas purpúreas o incluso más oscuras.
Una planta herbácea que consigue alcanzar los 50-60 cm de altura, con tallos erectos o ascendentes, cuadrangulares, habitualmente simples o poco ramificados, con abundante vello en la parte más alta.
Hojas enteras, lineares, elípticas o lanceoladas, con frecuencia discoloras, al menos las inferiores las cuales son más anchas y con más largos peciolos que las superiores.
Las flores brotan de las axilas y forman inflorescencias terminales, el cáliz posee cinco sépalos de distinto tamaño y una llamativa corola de color rosado que posee dos labios de color rosado, el superior formado por dos lóbulos y con venas purpúreas; y el inferior con tres lóbulos y venas más oscuras o intensas. Un encanto de flor.
Dependiendo del lugar o zona florece desde abril-mayo hasta septiembre-octubre, aunque en ocasiones se encuentran plantas con flores en diciembre, en función de la meteorología. El fruto es una cápsula ovalada con semillas.
Efectivamente crece en bordes de caminos, cunetas, cultivos abandonados, suelos removidos y nitrificados, secos o temporalmente húmedos, y le encantan los lugares soleados; pertenece a la conocida vegetación ruderal, viaria y arvense.
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