Estamos ante una gran trepadora que no pasa desapercibida debido a sus llamativas y encantadoras flores azules rosáceas, y por la manta de hojas que genera cubriendo prados, muros, setos, farolas, vallas, árboles viejos, ……
La vigorosa planta brota de un rizoma de donde emergen numerosos tallos que logran alcanzar los 15 m. de longitud, ramificándose con rapidez. Posee hojas grandes, con largos peciolos, enteras en los tallos jóvenes y con una bonita forma acorazonada de tres lóbulos en los tallos más viejos.
Sus atractivas flores en forma de campana o embudo se agrupan en inflorescencias cimosas, cada una posee 1 a 6 flores con alargados pedúnculos, aunque es difícil contemplar más de dos a la vez. Son flores grandes, de 5 a 7 cm de diámetro, de color azul violáceo con el tubo central blanquecino. Florecen desde mayo-junio hasta noviembre.
Cada vez más numerosa en la Vega Baja del río Segura debido a su estimable capacidad de adaptación y a su destacada eficacia para aprovechar los recursos del suelo. Al final se instalan de forma autónoma generando serios problemas ecológicos, perjudicando o anulando el desarrollo de otras plantas.
La realidad es que al contemplarlas de cerca percibimos su especial atractivo, es cierto que crecen a un ritmo imparable cubriendo de campanas azules cualquier obstáculo que encuentre en su fulgurante desarrollo, pero poseen una increíble variedad de tonalidades entre el azul y el rojo púrpura que incluso van cambiando en el transcurso del día.
En el género Ipomoea se integran cerca de 300 especies de plantas, todas ellas trepadoras, la mayoría originarias de América. Curiosamente es muy nectarina, buscada por los insectos polinizadores. Sí, es una planta exótica invasora pero al mismo tiempo ….. resulta cautivadora.
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